Disfrutar de una copa de vino como un especialista es más sencillo de lo que vos creés, pero hay reglas básicas que tenés que seguir para apreciar al máximo la plata que pagaste por la etiqueta elegida. Para que no te quedes afuera del maravilloso mundo del vino te contamos una de ellas:

Lo primero que tenés que saber al descorchar una botella de vino es donde la vas a tomar, ya que tomar del pico no sería la manera correcta ni elegante de hacerlo, para esto está la copa.

Existen muchos tipos de copas, hay prácticamente una para cada cepa y estilo. Esta se divide en 3 partes: el pie o base, el tallo y el cáliz. La función de la base es simple, sirve para mantenerla en pie, el tallo sirve para agarrarla, mientras que el cáliz es el recipiente donde se encuentra el líquido, a su vez, genera la llamada cámara de aromas.

La manera correcta de agarrar la copa es por el tallo, que actúa como el asa de una taza, por la sencilla razón de que si la tomáramos por el cáliz calentamos el vino volviéndolo desagradable, y también podríamos confundir los aromas del mismo con el perfume de nuestra mano. 

Otro punto vital a tener en cuenta es hasta donde servir el vino, la copa se llena hasta la línea del Ecuador, que es la parte más ancha de esta. Si pasás este nivel perderías equilibrio al moverla pareciendo un improvisado y la cámara de aromas no funcionaría correctamente.

Y ahora te preguntarás ¿Qué es la cámara de aromas? Es el recipiente que se genera en la copa al tener una boca más angosta que la panza, atrapando en ella los aromas que la vid, terruño y enólogo te regalan para que los disfrutes al zambullir tu nariz en ella.

¿De qué están hechas las mejores copas?

Las mejores copas son las de cristal, porque al ser más delgadas que las de vidrio ayudan a mantener la temperatura, y su material es más poroso haciendo que el vino se impregne fácilmente y aumente la expresión de los aromas, también permite un corte prolijo del recipiente no dejando rebarbas en la boca de la copa.