El jugador de Betis, Héctor Bellerín, volvió a poner sobre la mesa un debate poco frecuente dentro del fútbol masculino, que está atravesado por estereotipos. En una entrevista con el diario El Mundo, el defensor intenta romper las etiquetas que recaen en los futbolistas y reflexionó sobre el impacto de las críticas en redes sociales y los espacios que todavía les cuesta habitar a otras masculinidades.

En medio de una etapa de introspección, a sus 30 años, Bellerín explica que la madurez le permite descubrir qué cosas son las que realmente le gustan y representan. "Al tema de la felicidad yo ya le di mil vueltas y ya me di cuenta de que eso no existía. Busco la tranquilidad. Sobre todo por mi contexto: desde la exposición mediática al desgaste físico y los pocos momentos de descanso de calidad. No me refiero a tumbarme, sino a cubrir todas las partes de mi vida: estar en contacto con mi familia, mis amigos, el trabajo, el arte. Estoy entendiendo qué cosas hacía yo porque me habían enseñado que eran así y cuáles de verdad a mí me van bien", asegura.

Héctor Bellerín está escribiendo un libro y encabeza el proyecto de una marca de moda. Foto: Instagram @hectorbellerin.

Mientras escribe una novela y está embarcado en un proyecto sobre moda con Gospel Estudios, Bellerín es auténtico, se enorgullece de ser "como siempre" fue aún cuando le gustan "otras cosas" por fuera de las que están históricamente establecidas dentro del mundo futbolero. "Me he criado entre máquinas de coser y eso también me interesaba. Comprendo los estereotipos y los memes del performative male (macho performativo), pero son un arma de doble filo: hay un grupo de hombres que de verdad está intentando encontrar un espacio donde sentirse cómodos fuera de la masculinidad hegemónica tradicional y la mofa puede asustar", señala. Y agrega: "Siento que de repente soy el futbolista que lee libros, el ecologista, el de la moda... Me van poniendo etiquetas, pero son cosas que hago desde que me vi con la posibilidad y la fuerza de hacerlas. Cansado de poner en Instagram las mismas fotos de siempre, subí las fotos de los libros que había leído en verano. Y de repente soy eso".

En busca de su sueño de ser futbolista profesional, Bellerín cuenta que se crío en la cantera de Barcelona desde los siete años, lo que lo llevó a perderse muchos momentos de la vida cotidiana con sus amigos y su familia. "A nosotros nos enseñan que lo más importante en la vida es el fútbol. Es la realidad de todas las canteras", cuenta. Y continúa: "Me he perdido cumpleaños y momentos familiares importantes y cotidianos porque vivía fuera o estaba de viaje. Esta industria te obliga a no estar. Esos momentos ya no se van a recuperar y el tiempo empieza a pesar de forma distinta".

Por otro lado, el catalán se refirió a las críticas y burlas recibidas a través de las redes sociales, donde los fanáticos se comportan de una manera diferente que cuando se los cruza personalmente. "El fútbol se ha convertido en el teatro romano", comparó. "Entiendo que haya gente con formas de vida precarias y estresadas y el campo de fútbol se convierte en un momento para vaciarse. Sabemos que repartimos mucha felicidad, pero parece que en el estadio se pueden hacer cosas que no podrías hacer jamás en la calle. Solo en el fútbol se generan espacios donde ciertos grupos se sienten respaldados. Y el fútbol no es solo eso: hay gente que viene a pasárselo bien en familia".

"Hay colectivos que no se sienten aceptados", considera Bellerín. Y enseguida analiza la diferencia entre los futbolistas y la sociedad. "No existe en el fútbol masculino ese tipo de unión porque no existe la conciencia que se necesita para tener responsabilidad social. Somos un grupo de gente muy privilegiada y muchos no se cuestionan la realidad fuera de la suya. Hay mucha distancia entre el futbolista y, digamos, el ciudadano de a pie. Uno idolatra al otro, que no sabe relacionarse con él porque desconfía de sus intenciones. Yo soy uno más y quiero que se me trate y mire como a uno más".

Además, advirtió que todavía hay un grupo de personas que no se siente cómoda yendo a las canchas. "Creo que los colectivos LGTBIQ+ en los estadios de fútbol masculinos no se sienten ni representados ni cómodos. Tengo un montón de amigues a los que he invitado a algún me partido y no han querido venir. Antes incluso de ofrecerles la posibilidad de un palco", reveló.

"Somos más conscientes de los problemas, pero no dejan de existir. ¿En cuántos cuerpos técnicos de España hay una mujer trabajando? Por decirte algo. ¿Hay algún árbitro negro? No se crea una estructura alrededor que arrope el mensaje. La gente puede decir 'no nos importa que haya un jugador homosexual'. Pero no hay ninguno. O no hay ninguno público", concluyó sobre la acciones que todavía hacen falta para transformar la inclusión en el fútbol, y que no quede solo en palabras.