El tipo de cambio tuvo un aumento diario del 4,1 por ciento, acumulando una suba mensual del 13,8 por ciento. Este salto cambiario ya se traduce en incrementos en los precios de alimentos, con impactos más notorios en los sectores más vulnerables.
Un informe del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana reveló que en los barrios populares los alimentos aumentaron un 3,4 por ciento en junio. Esta cifra se ubica por encima del 1,1 por ciento informado por el INDEC para el mismo período, lo que marca una diferencia de más de dos puntos porcentuales.
Las listas de precios recibidas por los comercios minoristas muestran subas que oscilan entre el 4 y el 9 por ciento para productos de primeras marcas, como lácteos, aceites, galletitas y artículos de limpieza. Sin embargo, estas subas no se ven acompañadas por una mejora en el consumo. Por el contrario, las ventas en los barrios populares cayeron un 4 por ciento en junio.
El informe señala que la situación está relacionada con una política económica orientada a reducir el poder de compra para contener la inflación. A través del aumento de tasas de interés, encajes bancarios más altos y la falta de actualización salarial, el Gobierno busca generar una recesión controlada para frenar la suba de precios.
Datos de la consultora Vectorial indican que el salario real cayó un 5,5 por ciento entre marzo y julio, tomando como base la inflación medida por el INDEC. Si se considera una canasta más amplia de gastos, la pérdida asciende al 11,2 por ciento. Esta caída en el poder adquisitivo limita la capacidad de las familias para sostener el consumo frente al aumento generalizado de los precios.